jueves, 18 de febrero de 2010

ARCO 2010. Opinión de Raquel Bullón.

Gracias a Bloguzz y a NISSAN, ayer tuve la oportunidad de asistir a ARCO, la feria de arte contemporáneo más importante de España, y la más controvertida, y provocadora, y litigada y, por supuesto, incomprendida. Se celebra hasta final de semana en el IFEMA de Madrid, para aquellos osados que se atrevan a ir.
Recomendación inicial: dejar los prejuicios fuera (podrán recogerse a la salida sin ningún problema).
Entre el escepticismo de mi acompañante y mi consideración del arte como algo difícil de objetivar, entramos en la exposición con la sensación de incertidumbre que el arte contemporáneo suscita y debe suscitar. Pretendimos hacer un recorrido coherente por la feria, decisión ingenua del novato. Acabamos haciendo un recorrido incoherente gobernado por el asombro y la sorpresa. Para que os hagáis una idea nos guiábamos igual que los niños pequeños en una enorme juguetería aunque había que guardar las composturas entre tanto intelectual y hombres de traje negro.
Pese al ambiente elitista del momento había una exposición a la que todos acabábamos rindiéndonos. Del mismo modo que la muerte iguala a todos los seres humanos, el stand de Michael D. Linares iguala a todos los visitantes de ARCO. Una montaña de cajas blancas contienen botes de cerveza fría que puedes coger libremente, beber, transformar y depositar de nuevo encima de las cajas. Esto es arte interactivo y lo demás son tonterías.
Después de este stand, para gustos colores que había muchos y muy variados. Entre la ilustración se pueden encontrar desde ilustradores emergentes o surrealistas pseudo gores, hasta “clásicos” como Miró.  Personalmente me llamó la atención la obra de la autora Aimée García que aúna la pintura con objetos creando composiciones inquietantes.
En fotografía desde luego encuentras buenas fotos pero desde mi punto de vista y desde mi absoluta ignorancia, quitando al mago Madoz y algunos collages, poco me emocionó.
El arte visual y las performances están muy presente aunque fueron bastante obviados por nuestra parte. En cambio, a la escultura le dedicamos bastante más tiempo. Sería difícil escoger una, aunque posiblemente me decantaría por la que muestro a la derecha por contenido - un hombre le enseña a su hija cómo limpiar un arma- pero sobre todo por su forma - sólo con mirar la escultura te mareas en pocos segundos.
Hay esculturas muy polémicas aunque sumamente acertadas como las de Eugenio Merino que ya han recibido protestas tanto de la Embajada de Israel en España como la Federación de Comunidades Judías de España. Hay esculturas autocríticas como la del Colectivo Miderrota, pieza que se juzga a si misma a través de un luminoso que puede cambiar a voluntad del visitante, reflejando su sentimiento: "Mola" o "No Mola". Hay propuestas simpáticas como el proyecto “Los iluminados” de Fernando Gutiérrez o la escultura del perro verde, piezas intimistas y dramáticas como la máquina de coser enmarañada de Chiharu Shiota, inquietantes y bellas como la niña de Jorge Conde, y un largo etcétera digno de admirar.

Lo que desde luego todo el mundo puede afirmar es que ARCO no te deja indiferente. Nosotros entramos con incertidumbre y salimos con más incertidumbre aun pero con muy buen sabor de boca y con ganas de más. Incluso al pragmático de mi acompañante le gustó lo que vio aunque sólo lo confesará en presencia de un abogado.
Veredicto: Altamente recomendable.
PD: Considero oportuno evadir la interesante discusión sobre la “insultante” comercialización de arte porque ese es otro debate.
Recomendación final: si vais hoy o el domingo acercaros sobre las seis de la tarde al pabellón de performance a gritarle a SUSO 33 lo que os apetezca. Nosotros nos quedamos con las ganas.

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